Salía por el pasillo central en volandas , arrastrado por los parroquianos
que como yo habíamos asistido al teatro ; la obra me había gustado , su
título ... QUE MAS QUISIERAS TU SO PAJARO .
Ya en el exterior me recompuse, coloqué el zapato que había estado a
punto de perder en su sitio y puse mecánicamente un cigarrillo en mis
labios ; al tiempo que lo encendía aprecié el encanto de aquella semi-
plazoleta , cálidamente iluminada situada en el casco antiguo de la ciudad
a escasos metros de la Gran Vía , arteria principal de la capital .
La gente había desaparecido engullida por las diferentes callejuelas , alcé
el cuello de la cazadora y me coloqué la gorra mientras bajaba los tres es-
calones para dirigirme a Gran Vía y coger un taxi .
Rodeé la fuente iluminada , mojé mis dedos y me adentré en la calleja ; ca-
minaba ligero y distraido , mirada al suelo , di la última bocanada al ciga -
rrillo y miré al frente... los ví , dos tipos , apostados de a uno en cada esqui-
na de la calle ; se me encogió el ansioso o lo que es lo mismo el estómago ,
tenían mal pelaje así que mientras tiraba y apagaba el cigarrillo evalué la si-
tuación , estaba a mitad calle , desierta , los bares ya cerrados... no hubo
más tiempo para la lírica , se pusieron en movimiento juntándose por el
centro de la calzada viniendo hacia mi .
Me hice el distraido y giré sobre mis pasos en busca de la otra salida ; estás
de lujo Mercury pensé... , justo por el frente , dos tipos , clones de los ante-
riores venían hacia mi .
Recoloqué la gorra y me apoyé en la pared dispuesto a hacer frente a la si-
tuación , palpé los bolsillos y solo encontré el llavero del culo... si ese que
es un culo sonrosado , lo aprietas y lanza un sonoro y estruendoso pedo ,
quizás no los asuste pero igual los desmoraliza , pensé para quitarle hierro
al asunto .
Los tendría a unos diez metros , cuando observé que sacaban unos artilu-
gios ; valientes perracos pensé , mientras me atrincheraba sobre, en y entre
la pared y justo cuando los tenía a un metro, formando los cinco un perfec-
to triángulo , apareció ELLA.
En el centro... silenciosa , alta , delgada , melena larga y estropajosa , sucia
atractivamente sucia , de esa que dices , joder que bien te queda ; la atmós-
fera se torno irrespirable , los cuatro tipos estaban paralizados , ELLA me
miró pícara , protectora y me sentí seguro .
En ese momento los tipos ya habian soltado las porras y con los ojos en
blanco daban rítmicas e hipnóticas cabezadas ... lentamente ELLA fue le-
vantando sus largos , sucios y bellos brazos hasta juntar sus manos en el ai-
re ; en ese justo momento sentí mis piernas húmedas , me había meado .
En posición de loto ( prometí aprender yoga ) ELLA alzó su mirada al cielo
al tiempo que de sus sobacos comenzaban a salir voluptuosas nubecillas ver-
des , brillantes , fosforecentes , que a medida que daban en el rostro de cada
uno de aquellos bellacos los fulminaba desplomándose al suelo como peleles .
Desde que apareció ELLA no transcurrieron más de treinta segundos ; a con -
tinuación bajo sus delicados y sucios brazos y acarició mi mejilla para recon -
fortarme ; me ofreció un pañuelo , bajé la mirada y para cuando la alcé ya no
estaba .
Salí disparado y alcanzando la Gran vía paré un taxi, entré , dí la dirección , res -
piré profundamente y conmocionado intenté secarme los tobillos .
Caí en la cuenta , llevaba el pañuelo , SU pañuelo , sucio muy sucio pero con un
agradable aroma , lo desplegué y pese a la penumbra reinante pude leer en uno
de sus ángulos ... LA GUARRA DE LAS GALAXIAS .
Resbalaron por mis mejillas sendos lagrimones y desde ese mismo momento le
juré amor eterno .
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